“Cuando teníamos todas las respuestas, de pronto, nos cambiaron las preguntas”.
Mario Benedetti
Para varios investigadores del fenómeno de las tecnologías de la información y su influencia con la sociedad moderna, el mundo se puede dividir en dos grandes grupos de personas: los “nativos digitales”, jóvenes menores de 30 años o nacidos en la época post-computadora personal con Internet y el resto del mundo, quienes hoy hacemos el esfuerzo de migrar hacia lo digital (“inmigrantes digitales”, según Marc Prensky[i]).
Resulta entonces que el observador que representa el nativo digital integra en su vida diaria equipos, aplicaciones y dispositivos, para con ello garantizar su calidad de vida e incluso, muchos de ellos, para hacer negocios. Es por ello importante no sólo abrir la conversación de este acontecimiento, para muchos inadvertido, sino invertir tiempo en comprender ese mundo digital y sus grandes posibilidades para nuestras empresas y organizaciones.
En lo personal, no vislumbro la posibilidad de innovar si no cuento con una base tecnológica de soporte a, por ejemplo, un nuevo modelo de negocio, un proceso rediseñado, una estrategia de mercadotecnia digital, la propia atención a nuestros clientes, la entrega de un curso de formación, la comunicación efectiva al interior de mi empresa, etc. Entiendo esa innovación con una fórmula muy básica, pero que me ha hecho sentido en los últimos años: Innovación = Creatividad + ROI (retorno de inversión).
Y es que por “creativos” nos conoce el mundo, pero igualmente nos conocen porque no hemos sido capaces de capitalizar dicha creatividad en la generación de valor al largo plazo. Y es para dicho aprovechamiento donde las nuevas tecnologías de información y comunicación (Móviles 4G, Web Semántica, Social Media, Realidad Aumentada, Computación de Nube y demás términos modernos) nos pueden brindar las claves para llevar nuestras empresas a niveles con mayores alcances y beneficios.
Porque si bien la generación que hoy día rebasamos los 40 años, no nacimos con el Internet integrado en un chip cerebral como parecen tenerlo nuestros hijos, tenemos la misma capacidad para desarrollar y gestionar el talento y un punto extra: hemos sido testigos del cambio. Conocimos el antes y vivimos en el después, de un teléfono celular, de un iPod/iPad, de la ubicuidad en la comunicación, de las redes sociales (Facebook, Twitter, YouTube), de la Web, de lo que no podemos imaginar que sucederá en pocos años más.
Lo mío entonces con este artículo, no es pretender escribir un mensaje, guardarlo en una botella y tirarlo a la mar; lo mío es invitarte a la acción para que desarrolles una nueva habilidad o competencia para observar las enormes oportunidades de negocio que se pueden abrir cuando incorporamos el ingrediente tecnológico a nuestro negocio. Cuando desarrollamos nuestros talentos para beneficiarnos de nuestra creatividad. ¿Cómo lograrlo? Dándonos cuenta de nuestro entorno, siendo humildes de lo que realmente sabemos para poder aprender y darnos permiso para lograrlo.
Refiere Alvin Toffler[ii] que el analfabeta del Siglo XXI no es la persona que no es capaz de leer o escribir, sino aquella que no es capaz de aprender a aprender. Dejemos entonces a un lado nuestro natural analfabetismo tecnológico y emprendamos las acciones necesarias para declararnos verdaderos inmigrantes digitales.
¿Hay que invertir mucho en tecnología? El mundo de los dispositivos y gadgets es altamente competido y demandado, lo que obliga a abaratar los costos; el mundo del software y los programas, se ve inundado de opciones “freemium”, donde el aprendizaje no tiene que implicar la compra de nada. Y las capacidades técnicas de los jóvenes, bien guiadas, pueden crear verdaderas maravillas con un desarrollo ágil, altamente innovador.
Bienvenidos a la conversación de lo digital… porque las organizaciones, pero sobre todo las personas exitosas, consideran siempre el futuro.
Álvaro Martínez Negrete
http://re.vu/almarneg
[i] http://www.marcprensky.com/
[ii] http://es.wikipedia.org/wiki/La_tercera_ola
Resulta entonces que el observador que representa el nativo digital integra en su vida diaria equipos, aplicaciones y dispositivos, para con ello garantizar su calidad de vida e incluso, muchos de ellos, para hacer negocios. Es por ello importante no sólo abrir la conversación de este acontecimiento, para muchos inadvertido, sino invertir tiempo en comprender ese mundo digital y sus grandes posibilidades para nuestras empresas y organizaciones.
En lo personal, no vislumbro la posibilidad de innovar si no cuento con una base tecnológica de soporte a, por ejemplo, un nuevo modelo de negocio, un proceso rediseñado, una estrategia de mercadotecnia digital, la propia atención a nuestros clientes, la entrega de un curso de formación, la comunicación efectiva al interior de mi empresa, etc. Entiendo esa innovación con una fórmula muy básica, pero que me ha hecho sentido en los últimos años: Innovación = Creatividad + ROI (retorno de inversión).
Y es que por “creativos” nos conoce el mundo, pero igualmente nos conocen porque no hemos sido capaces de capitalizar dicha creatividad en la generación de valor al largo plazo. Y es para dicho aprovechamiento donde las nuevas tecnologías de información y comunicación (Móviles 4G, Web Semántica, Social Media, Realidad Aumentada, Computación de Nube y demás términos modernos) nos pueden brindar las claves para llevar nuestras empresas a niveles con mayores alcances y beneficios.
Porque si bien la generación que hoy día rebasamos los 40 años, no nacimos con el Internet integrado en un chip cerebral como parecen tenerlo nuestros hijos, tenemos la misma capacidad para desarrollar y gestionar el talento y un punto extra: hemos sido testigos del cambio. Conocimos el antes y vivimos en el después, de un teléfono celular, de un iPod/iPad, de la ubicuidad en la comunicación, de las redes sociales (Facebook, Twitter, YouTube), de la Web, de lo que no podemos imaginar que sucederá en pocos años más.
Lo mío entonces con este artículo, no es pretender escribir un mensaje, guardarlo en una botella y tirarlo a la mar; lo mío es invitarte a la acción para que desarrolles una nueva habilidad o competencia para observar las enormes oportunidades de negocio que se pueden abrir cuando incorporamos el ingrediente tecnológico a nuestro negocio. Cuando desarrollamos nuestros talentos para beneficiarnos de nuestra creatividad. ¿Cómo lograrlo? Dándonos cuenta de nuestro entorno, siendo humildes de lo que realmente sabemos para poder aprender y darnos permiso para lograrlo.
Refiere Alvin Toffler[ii] que el analfabeta del Siglo XXI no es la persona que no es capaz de leer o escribir, sino aquella que no es capaz de aprender a aprender. Dejemos entonces a un lado nuestro natural analfabetismo tecnológico y emprendamos las acciones necesarias para declararnos verdaderos inmigrantes digitales.
¿Hay que invertir mucho en tecnología? El mundo de los dispositivos y gadgets es altamente competido y demandado, lo que obliga a abaratar los costos; el mundo del software y los programas, se ve inundado de opciones “freemium”, donde el aprendizaje no tiene que implicar la compra de nada. Y las capacidades técnicas de los jóvenes, bien guiadas, pueden crear verdaderas maravillas con un desarrollo ágil, altamente innovador.
Bienvenidos a la conversación de lo digital… porque las organizaciones, pero sobre todo las personas exitosas, consideran siempre el futuro.
Álvaro Martínez Negrete
http://re.vu/almarneg
[i] http://www.marcprensky.com/
[ii] http://es.wikipedia.org/wiki/La_tercera_ola